No son muchos los conceptos que han ido evolucionando en su uso y significación de la mano de su contexto histórico-cultural y que, a su vez, también han servido para describir las características sociales de la convivencia humana.
Uno de esos casos es el del término ciudadanía, que desde la teoría de la Política aristotélica concibe al ser humano como un “animal político o cívico” (zoom politikon), en este sentido, la ciudadanía vincula al hombre libre con la polis (polis).
En el modelo romano este concepto es comprendido desde la vinculación geográfica del nacido libre dentro de las vastas fronteras del Imperio (Caracalla), que era transmitido por vía paterna y que le permitía participar al ciudadano de la administración de la res publica (cosa pública) en diferentes grados.
Los estoicos (Diógenes de Sinope; Zenón de Citio; Marco Aurelio), desde su visión cosmopolita fundada en la fraternidad universal, concebían la ciudadanía como una forma de participación del “alma universal” y de una misma razón que hace posible que todos los seres humanos sean considerados iguales y con las mismas oportunidades para participar de la administración de la “res publica universalis” (comunidad universal de derechos).
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Ps. Sergio Mercado Rodríguez
Coordinador de Growth Lab