Desde el principio de los tiempos el ser humano ha sentido la necesidad de formar grupos, pues está en su naturaleza ser un ser social, ese contexto, dio origen a la necesidad del surgimiento de la figura del líder, quien debía estar dotado de ciertas características especiales, a fin de conseguir que el grupo le siguiera. Hoy en día esta situación no ha cambiado, aunque ahora los conflictos que afrontamos son distintos y más complejos, aún es necesaria la figura de una persona que con una mayor visión y capacidad de análisis pueda guiar a una población confundida, que reclama por una persona que les conduzca al tan anhelado y utópico bienestar.
A lo largo de la historia han aparecido diversos individuos que han logrado captar la atención de las masas, y han sido identificados como “líderes”, no obstante, el desempeño o aspiraciones de algunos de estos ha sido cuestionable. Bill George et al (2007) afirman que no existe un patrón de líder, es decir, no existen indicadores que permitan establecer un perfil de líder o estereotipo de un tipo de liderazgo ideal (p. 2). De ahí que no exista un estereotipo de líder, porque de lo contrario todos querrían imitarlo y se perdería así uno de los principales atributos de un líder, como viene a ser la autenticidad.
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Karol Melanie Cornejo López
Estudiante de Psicología
Universidad Continental
Estudiante de Psicología
Universidad Continental