El duelo como parte de la vida
¿Estás preparado para afrontar una pérdida en tu vida?
“Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”
Viktor Frankl
Por PhD. Víctor Elías Ríos Cubas
Este artículo explora cómo el duelo es una parte fundamental de nuestra existencia y cómo los acompañantes pueden intervenir de manera efectiva para apoyar a quienes atraviesan pérdidas de diverso tipo.
La naturaleza del duelo
El duelo es un proceso inevitable que acompaña las pérdidas significativas en nuestra vida, tales como relaciones, divorcios, fallecimientos, rupturas laborales, entre otros. Parafraseando a Bowlby (1969), los seres humanos desarrollamos vínculos emocionales (apego), lo que evidencia una necesidad humana de acercamiento, conexión emocional y relación bidireccional con aquellas personas que se convierten en pilares significativos en nuestras vidas, especialmente desde épocas tempranas. Cuando estos vínculos se rompen, pueden generar una desarticulación interna.
Para quienes acompañamos a los dolientes, es esencial comprender cuatro procesos internos fundamentales:
1. Aceptar la realidad de la pérdida
En este proceso, es crucial que la persona doliente evite recurrir a mecanismos defensivos disfuncionales como la evasión, negación, represión o fantasía. Estos mecanismos impiden que la persona encuadre adecuadamente la situación y asimile la pérdida en términos de percepción y significado. Nuestros sentidos y nuestra mente no deben resistirse al cambio; en su lugar, deben reconocer el carácter irreversible e intransferible de la situación vivida.
Por lo tanto, es fundamental establecer un primer anclaje en la percepción del doliente y determinar si el duelo es normal o complicado, para intervenir o derivar de manera oportuna. Esto ayudará a iniciar el proceso vital de elaboración de la pérdida. En este sentido, es necesario reestructurar la actitud del doliente (lo que dice, lo que hace y lo que siente) para evitar enmascarar la ilusión, la delusión e incluso la desconexión con la realidad.

2. Desarrollar la inteligencia emocional
Es fundamental identificar las emociones que se experimentan durante el duelo para evitar la renegación, es decir, un segundo momento de represión en el que la persona percibe o es condicionada a no trabajar el dolor. Nuestro cuerpo y nuestra mente, aunque de manera distinta debido a nuestra individualidad, necesitan experimentar esta transición.
En lugar de generar distractores cognitivos o comportamentales (como la fuga de pensamiento y acciones enmascaradas), es importante fomentar el contacto entre la mente, las emociones y el cuerpo para mitigar el sufrimiento.
3. Adaptarse de Forma Funcional y Progresiva
Esto permite al doliente reencuadrar su foco de atención hacia un nuevo estilo de vida, donde el contexto emocional y comportamental ya se ha modificado. Por supuesto, en cada persona será distinto debido a la relación y significado peculiar de la pérdida. Por lo tanto, es importante reubicar las habilidades de afrontamiento que el doliente tenía antes de la pérdida, con el fin de ampliar o reforzar su repertorio conductual y estructurar un nuevo código de relación y confrontación ante los nuevos escenarios.
4. Resignificar y recolocar las emociones
Con la finalidad de darle continuidad a la vida, es importante aprender a resignificar y recolocar las emociones. Esto permite que la persona dé sentido al pasado para aprender a vivir el presente de manera distinta. Este proceso no implica olvidar el amor, los logros, los vínculos y los aprendizajes que formaron parte del pasado, sino integrarlos de manera que enriquezcan la nueva realidad del doliente. Al reconocer y valorar estas experiencias, la persona puede construir un presente más significativo y resiliente.

Dado lo anterior, es fundamental subrayar la importancia de generar aprendizajes consistentes y significativos para evitar el estancamiento tanto emocional como cognitivo. En este sentido, es crucial mantener una actitud equilibrada que permita vivir plenamente en el presente. De esta manera, la persona puede ejercer su libertad interior, dejando ir experiencias pasadas y dando la bienvenida a nuevas vivencias con sentido, lo que contribuye a la reformulación de su estilo de vida.
A partir de mi experiencia personal y profesional, puedo concluir que los procesos internos del duelo son esenciales para orientar y dar sentido a nuestras vidas. Un enfoque integrativo y relacional de las dimensiones humanas es fundamental para restablecer y mantener el equilibrio psicoafectivo. Esto permite que quienes han sufrido una pérdida desarrollen la fortaleza necesaria para replantear sus metas y objetivos, adaptándose a los cambios y generando un estilo de vida individual que les permita adquirir nuevas habilidades.
Acompañar a las personas en sus procesos de duelo nos permite conectar con nuestra propia humanidad y re-humaniza nuestras relaciones interpersonales, fomentando un lenguaje interior que amplía nuestras posibilidades de existencia. Además, es crucial brindar al doliente un contexto de contención donde pueda experimentar confianza, intimidad, seguridad y protección, con el fin de salir fortalecido de esta experiencia.
Para cerrar, podría ofrecer una metáfora final que invite a la reflexión y a la experiencia personal:
… entonces la vida requiere de la dosificación de nuestros pensamientos y emociones en la cual: el 70% de nuestra energía emocional debe centrarse aquí y ahora para vivir, el 20% nos debe permitir aprender de forma significativa, y el 10% se debe orientar hacia el futuro para proyectarnos sin ansiedad.
El duelo es una experiencia emocional que todos enfrentamos en algún momento de nuestra vida. Como acompañantes, podemos ser faros en medio de la tormenta, guiando a quienes atraviesan estas emociones turbulentas. Te invito a ser ese faro: reconoce la realidad humana de la pérdida, ayuda a identificar y trabajar las emociones de modo funcional, y apoya en la reestructuración de sus vidas. Juntos, podemos transformar el dolor en fortaleza y enriquecer el presente con acciones resilientes. ¡Comienza hoy a ser ese apoyo que ilumina el camino de quienes más lo necesitan!
Referencias bibliográficas
Bowlby, J. (1969). Attachment and loss: Vol. 1. Attachment. New York: Basic Books.
